sábado, 16 de octubre de 2010

CORAZÓN DE RATÓN

Cuenta una antigua fábula india que había un ratón que estaba siempre angustiado, porque tenía miedo al gato. Un mago se compadeció de él y lo convirtió… en un gato. Pero entonces empezó a sentir miedo del perro. De modo que el mago lo convirtió en perro. Luego empezó a sentir miedo de la pantera, y el mago lo convirtió en pantera. Con lo cual comenzó a temer al cazador. Llegado a este punto, el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón, diciéndole: “Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de un ratón”.

Esta bella historia que reproduce el gran maestro espiritual Anthony de Mello nos ilumina sobre la esperanza : Toda esperanza es del tamaño del corazón que espera.

Hoy muchos seres humanos sólo esperan tener un buen coche, un empleo bien remunerado, viajes, objetos, posición. Por eso, su esperanza no acaba de motivarlos en profundidad, viven con un horizonte ridículo. “Todas mis esperanzas están en mí”, escribió Terencio.

Depende pues del desarrollo interior de la persona, de la capacidad de abrir sus horizontes y de ser feliz, porque la felicidad no es otra cosa que nuestra aptitud de esperar, es decir de creer en la vida. Y eso, como vulgarmente se dice, es “lo último que se pierde”. Puedes carecer de todo, estar, como Robinson Crusoe, en una isla desierta. Pero si hay esperanza, todo es posible, incluso ser feliz en esa isla desierta.

Vivimos en un mundo de desesperados y desesperanzados. El número de solitarios en la gran ciudad, el aumento de depresiones, la falta de estímulos e ilusiones en la juventud, las desigualdades, el aburrimiento, la saciedad material y de consumo nos bloquean para creer en el futuro o para darnos cuenta de que, si despertamos en nuestro interior, ya somos en realidad lo que esperamos ser.

Se trata de ampliar nuestra capacidad de esperar mientras estamos aquí, distendidos en el tiempo. Porque la vida está hecha de instantes y la razón de vivir es creer que el instante siguiente merece ser vivido. Entonces no hay nada que temer, porque “en el reino de la esperanza”, como dice un proverbio ruso, “nunca hay invierno”.

Un buen trabajo sería ir buscando esos resplandores en nuestra propia vida. Porque, si no nos queremos a nosotros mismos, difícilmente podremos repartir algo de esperanza a los demás. Esas razones para esperar están más cerca de lo que imaginamos: Desde el prodigio del nuevo día a alguien a quien amar, aunque no nos devuelva afecto, pasando por un vaso de agua, una canción y el revoloteo de un insecto. Me gusta aquella definición de Unamuno:


“La esperanza es nuestro íntimo

fundamento,

el sustituto de la vida;

la esperanza es lo que vive,

sólo recibe vida lo que espera.”

Busquemos hoy nuestra ración de esperanza, porque la esperanza más sencilla está más cerca de la verdad que la desesperación más razonada. Nunca dependerá de lo externo, porque el ratón no pierde sus miedos al convertirse en gato o en pantera, si sigue conservando su pequeño corazón de ratón. Que Dios reparta esperanza y ensanche el alma.

Pedro M. Lamet

jueves, 12 de febrero de 2009

CICATRICES DEL ALMA

En un dia caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos... justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas.
La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo.
El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la colcha y se las mostró.
Luego, con gran orgullo se remangó las mangas y dijo: "Pero las que usted debe de ver son éstas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".

Moraleja: Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal. Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios, te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.

sábado, 19 de enero de 2008

Adora y confía


No te inquietes por las dificultades de la vida,

por sus altibajos, por sus decepciones,

por su porvenir más o menos sombrío.

Quiere tú, lo que Dios quiere.


Ofrécele en medio de inquietudes

y dificultades el sacrificio

de tu alma sencilla que, pese a todo,

acepta los designios de Su providencia.


Poco importa que te consideres un fracasado,

si Dios te considera

plenamente realizado a su gusto.


Piérdete confiado ciegamente en ese Dios

que te quiere para Sí y que llegará a ti,

aunque no lo veas.


Piensa que estás en sus manos,

tanto más fuertemente cogido,

cuánto más decaído y triste te sientas.


Vive feliz, vive en paz que nada te altere,

que nada sea capaz de quitarte tu paz,

ni la fatiga, ni tus fallos.


Haz que brote y conserva siempre

sobre tu rostro, una dulce sonrisa,

reflejo de la que el Señor,

continuamente te dirige.


Y en el fondo de tu alma coloca,

antes que nada todo aquello

que te llene de la paz de Dios.


Adora y Confía.


Padre Teilhard de Chardin

sábado, 12 de enero de 2008

EL CUARTO REY MAGO


Cuenta una leyenda rusa que fueron cuatro los Reyes Magos.
Luego de haber visto la estrella en el oriente, partieron juntos llevando cada uno sus regalos de oro, incienso y mirra. El cuarto llevaba vino y aceite en gran cantidad, cargado todo en los lomos de sus burritos.
Luego de varios días de camino se internaron en el desierto. Una noche los agarró una tormenta. Todos se bajaron de sus cabalgaduras, y tapándose con sus grandes mantos de colores, trataron de soportar el temporal refugiados detrás de los camellos arrodillados sobre la arena. El cuarto Rey, que no tenía camellos, sino sólo burros buscó amparo junto a la choza de un pastor metiendo sus animalitos en el corral. Por la mañana aclaró el tiempo y todos se prepararon para recomenzar la marcha. Pero la tormenta había desparramado todas las ovejitas del pobre pastor, junto a cuya choza se había refugiado el cuarto Rey.
Y se trataba de un pobre pastor que no tenía ni cabalgadura, ni fuerzas para reunir su majada dispersa.
Nuestro cuarto Rey se encontró frente a un dilema. Si ayudaba al buen hombre a recoger sus ovejas, se retrasaría de la caravana y no podría ya seguir con sus camaradas. El no conocía el camino, y la estrella no daba tiempo que perder. Pero por otro lado su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel anciano pastor. ¿Con qué cara se presentaría ante el Rey Mesías si no ayudaba a uno de sus hermanos?
Finalmente se decidió por quedarse y gastó casi una semana en volver a reunir todo el rebaño disperso. Cuando finalmente lo logró se dio cuenta de que sus compañeros ya estaban lejos, y que además había tenido que consumir parte de su aceite y de su vino compartiéndolo con el viejo. Pero no se puso triste. Se despidió y poniéndose nuevamente en camino aceleró el tranco de sus burritos para acortar la distancia. Luego de mucho vagar sin rumbo, llegó finalmente a un lugar donde vivía una madre con muchos chicos pequeños y que tenía a su esposo muy enfermo. Era el tiempo de la cosecha. Había que levantar la cebada lo antes posible, porque de lo contrario los pájaros o el viento terminarían por llevarse todos los granos ya bien maduros.
Otra vez se encontró frente a una decisión. Si se quedaba a ayudar a aquellos pobres campesinos, sería tanto el tiempo perdido que ya tenía que hacerse a la idea de no encontrarse más con su caravana. Pero tampoco podía dejar en esa situación a aquella pobre madre con tantos chicos que necesitaba de aquella cosecha para tener pan el resto del año. No tenía corazón para presentarse ante el Rey Mesías si no hacía lo posible por ayudar a sus hermanos. De esta manera se le fueron varias semanas hasta que logró poner todo el grano a salvo. Y otra vez tuvo que abrir sus alforjas para compartir su vino y su aceite.
Mientras tanto la estrella ya se le había perdido. Le quedaba sólo el recuerdo de la dirección, y las huellas medio borrosas de sus compañeros. Siguiéndolas retomó la marcha, y tuvo que detenerse muchas otras veces para auxiliar a nuevos hermanos necesitados. Así se le fueron casi dos años hasta que finalmente llegó a Belén. Pero el recibimiento que encontró fue muy diferente del que esperaba. Un enorme llanto se elevaba del pueblito. Las madres salían a la calle llorando, con sus pequeños entre los brazos. Acababan de ser asesinados por orden de otro rey. El pobre hombre no entendía nada. Cuando preguntaba por el Rey Mesías, todos lo miraban con angustia y le pedían que se callara. Finalmente alguien le dijo que aquella misma noche lo habían visto huir hacia Egipto.
Quiso emprender inmediatamente su seguimiento, pero no pudo. Aquel pueblito de Belén era una desolación. Había que consolar a todas aquellas madres. Había que enterrar a sus pequeños, curar a sus heridos, vestir a los desnudos. Y se detuvo allí por mucho tiempo gastando su aceite y su vino. Hasta tuvo que regalar alguno de sus burritos, porque la carga ya era mucho menor, y porque aquellas pobres gentes los necesitaban más que él.
Cuando finalmente se puso en camino hacia Egipto, había pasado mucho tiempo y había gastado mucho de su tesoro. Pero se dijo que seguramente el Rey Mesías sería comprensivo con él, porque lo había hecho por sus hermanos.
En el camino hacia el país de las pirámides tuvo que detener muchas otras veces su marcha. Siempre se encontraba con un necesitado de su tiempo, de su vino o de su aceite. Había que dar una mano, o socorrer una necesidad. Aunque tenía temor de volver a llegar tarde, no podía con su buen corazón. Se consolaba diciéndose que con seguridad el Rey Mesías sería comprensivo con él, ya que su demora se debía al haberse detenido para auxiliar a sus hermanos.
Cuando llegó a Egipto se encontró nuevamente con que Jesús ya no estaba allí. Había regresado a Nazaret, porque en sueños José había recibido la noticia de que estaba muerto quien buscaba matarlo al Niño. Este nuevo desencuentro le causó mucha pena a nuestro Rey Mago, pero no lo desanimó. Se había puesto en camino para encontrarse con el Mesías, y estaba dispuesto a continuar con su búsqueda a pasar de sus fracasos. Ya le quedaban menos burros, y menos tesoros. Y éstos los fue gastando en el largo camino que tuvo que recorrer, porque siempre las necesidades de los demás lo retenían por largo tiempo en su marcha. Así pasaron otros treinta años, siguiendo siempre las huellas del que nunca había visto pero que le había hecho gastar su vida en buscarlo. Finalmente se enteró de que había subido a Jerusalén y que allí tendría que morir. Esta vez estaba decidido a encontrarlo fuera como fuese. Por eso, ensilló el último burro que le quedaba, llevándose la última carguita de vino y aceite, con las dos monedas de plata que era cuanto aún tenía de todos sus tesoros iniciales.
Partió de Jeric6 subiendo también él hacia Jerusalén. Para estar seguro del camino, se lo había preguntado a un sacerdote y a un levita que, más rápidos que él, se le adelantaron en su viaje. Se le hizo de noche. Y en medio de la noche, sintió unos quejidos a la vera del camino. Pensó en seguir también él de largo como lo habían hecho los otros dos. Pero su buen corazón no se lo dejó. Detuvo su burrito, se bajó y descubrió que se trataba de un hombre herido y golpeado. Sin pensarlo dos veces sacó el último resto de vino para limpiar las heridas. Con el aceite que le quedaba untó las lastimaduras y las vendó con su propia ropa hecha jirones. Lo cargó en su animalito y, desviando su rumbo, lo llevó hasta una posada. Allí gastó la noche en cuidarlo. A la mañana, sacó las dos últimas monedas y se las dio al dueño del albergue diciéndole que pagara los gastos del hombre herido. Allí le dejaba también su burrito Por lo que fuera necesario. Lo que se gastara de más él lo pagaría al regresar.
Y siguió a pie, solo, viejo y cansado. Cuando llegó a Jerusalén ya casi no le quedaban más fuerzas. Era el mediodía de un Viernes antes de la Gran Fiesta de Pascua. La gente estaba excitada. Todos hablaban de lo que acababa de suceder. Algunos regresaban del Gólgota y comentaban que allá estaba agonizando colgado de una cruz. Nuestro Rey Mago gastando sus últimas fuerzas se dirigió hacia allá casi arrastrándose, como si el también llevara sobre sus hombros una pesada cruz hecha de años de cansancio y de caminos.
Y llegó. Dirigió su mirada hacia el agonizante, y en tono de súplica le dijo:
-Perdóname. Llegué demasiado tarde.
Pero desde la cruz se escuchó una voz que le decía:
-Hoy estarás conmigo en el paraíso.

sábado, 5 de enero de 2008

DIOS EXISTE


Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre en estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas, tocaron muchos temas, de pronto tocaron el tema de Dios, y el barbero dijo:- Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.....- Pero… ¿por qué dice usted eso? -preguntó el cliente.- Pues es muy fácil: basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. Dígame: si Dios existiera no habrían tantos enfermos, no habrían niños abandonados. Si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio. Recién abandonaba la barbería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecerhacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado.Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero:-¿Sabe una cosa? los barberos no existen.-¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero - si aquí estoy yo y soy barbero.- ¡No! - dijo el cliente - no existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.- Ahh, los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mi.- ¡Exacto! - dijo el cliente - ese es el punto, Dios sí existe lo que pasa es que las personas no van hacia El y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

MENSAJE DE NOCHEBUENA

Nací desnudo, dice Dios, para que tú puedas renunciar a tí mismo.
Nací pobre, para que tú puedas reconocerme como única riqueza.
Nací en un establo, para que aprendas a santificar cada lugar.
Nací débil, para que no tengas miedo.
Nací por amor, para que nunca dudes de mi amor.
Nací de noche, para que creas que puedo iluminar cada realidad envuelta en tinieblas.
Tomé la naturaleza humana, para que no te avergüences de ser tú mismo.
Nací hombre, para que puedas ser "hijo de Dios".
Nací perseguido, desde el principio, para que aprendas a aceptar cada dificultad.
Nací en la sencillez, para que no seas complicado.
Nací en tu vida, dice Dios, para conducir a todos los hombres a la casa del Padre.
Lambert Noben

sábado, 24 de noviembre de 2007

CREO EN UN MUNDO MEJOR

Creo en la sonrisa,

creo en las manos unidas,

creo en la unión de todos,

creo en la verdad sincera,

creo en la ayuda generosa,

creo en compartir lo que uno tiene,

creo en abrir el corazón a los demás,

creo en sentir dolor por los que sufren,

creo en los que trabajan por la paz,

creo en los que me enseñan a amar.

Creo en los que me muestran

con sus actitudes y su vida,

que lo más importante es ser bueno,

vivir para los demás y querer a todos.

Creo en un mundo mejor, querido Dios,

y quiero ayudar a construirlo.

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